EL CODIGO DE CONDUCTA DE UN GUARDIAN DEL GRIAL

-Los que son Guardianes del Grial ante todo son Templarios. Como tales deben siempre obrar con honor y ser más que simples mortales. Deben conducirse con humildad y ser los más nobles, los más corteses, los más honestos y los más caballerescos.

-El Guardián debe servir al gremio y no esperar ser servido por el. Que lo que colabore lo haga en servicio al gremio y no debe esperar recompensa salvo el saber que con ello honra a su gremio por su devoción.

-El Guardián no debe causar a ninguna criatura herida o daño, sea esta una criatura humana u otra, sea por ganancia, placer o vanidad. Al contrario, el Guardián debe intentar llevar la justicia a todos aquellos que no la reciben.

-Ante todos los seres el Guardián debe demostrar caballerosidad, cortesía y honestidad, teniendo presente que son testigos de los gremios.

-Un Guardián debe vivir cada día como un crítico del día anterior, de esta manera cada nuevo amanecer será un paso hacia una mayor nobleza.

-Ningún Guardián deberá ofender de forma alguna a una persona u otro ser. Para todos el Guardián debe ser un ejemplo de caballerosidad y de nobleza.

-Ninguna mujer deberá temer nada de un Guardián, ni de sus palabras ni de sus acciones. Ningún niño deberá padecer tampoco ese temor. Ningún hombre, no importa cuan rudo sea, deberá temer a un Guardián del Grial.

-Donde hay debilidad allí el Guardián debe llevar su fuerza. Donde no hay voz allí el Guardián debe llevar la suya. Donde están los más pobres allí el Guardián debe distribuir su generosidad.

-Un Guardián no puede estar esclavizado por creencias sectarias u opiniones estrechas.

-Jamás un Guardián debe deshonrar a otro, porque la dicha conducta le deshonrará a él y llevará descrédito al gremio.

En su conducta el Guardián del Grial:

· No debe ser brutal.

· No debe hablar en forma ofensiva.

· No debe ser ni inmoral ni amoral.

· No debe ser cobarde ni bestial.

· No debe mentir ni tener intenciones maliciosas.

· No debe buscar posiciones de engrandecimiento dentro del gremio. Se contentará con aquellos puestos que le sean encomendados para mejor servirlo.

· No debe juzgar a nadie dentro o fuera del gremio por sus posesiones o su posición en el. Antes al contrario debe juzgar por el carácter y la bondad o falta de ellos.

· Debe expresar verdadero sometimiento a la los principios del gremio y obediencia a sus oficiales en todas las cosas del gremio, en tanto entienda que sean verdaderos Guardianes y merezcan dicha obediencia.

· Debe ser un verdadero patriota hacia la región que el gremio le ha dado.

· No debe cazar a ninguna criatura ni por vanidad ni por deporte.

· No debe matar a ninguna criatura salvo para alimentarse o en defensa propia.

· Debe mantenerse firme y veraz en las justas causas del gremio.

· No tomará actitud ofensiva contra ningún hombre por la forma en que se dirige al gremio, aunque esta sea diferente o extraña. Antes al contrario el Guardián deberá intentar entender como otros se comunican en sus gremios.

LA BRUJA

El siguiente poema de Mary Elizabeth Coleridge está basado en una vieja balada medieval, llamada La Bruja Blanca.

Como muchos quizás saben, la brujería no era el oficio más honorable durante la edad media, ni el más seguro. El miedo y la secreta admiración por las brujas ha encontrado varios reflejos en el arte, especialmente en la poesía. De a poco, los cantos y encantamientos de las brujas fueron fundiéndose con las canciones y poemas populares, siendo difícil distinguir dónde termina la poesía y dónde comienza el conjuro.

El poema de Mary Coleridge ha conservado no sólo el título, sino el mismo espíritu fantástico de los poemas mediavales.

La Bruja.
The Witch, Mary Elizabeth Coleridge.

He caminado mucho sobre la nieve,
No soy alta ni mi corazón fuerte.
Mis ropas están mojadas,
Y mis dientes se estremecen,
El camino ha sido largo
Por el penoso sendero crujiente.
He vagado sobre la exuberante Tierra,
Pero nunca he venido aquí antes.
¡Oh, levantádme sobre el Umbral
Y dejádme ante la Puerta!

El filo del viento es un enemigo cruel,
No me atrevo a pararme en la tempestad.
Mis manos son de piedra,
Y mi voz se lamenta.
Lo peor de la muerte ha pasado,
Pero aún soy una pequeña dama.
Mis delicados pies se han llagado,
Y en blancas heridas sangrado.
¡Oh, levantádme sobre el Umbral
Y dejádme ante la Puerta!

Su voz era la voz que la mujeres tienen
Rogando por un deseo del corazón.
Ella vino.
Ella llegó,
Y la llama temblando,
Hundiéndose en el fuego
Finalmente murió.
Nunca más en mi alma se encendió,
Desde que me agité en el suelo,
Levantándola sobre el Umbral,
Y dejándola ante la Puerta.

Mary Elizabeth Coleridge.