A comienzos de abril de 2009, la historiadora italiana Barbara Frale, investigadora del Archivo Secreto Vaticano, publicó un llamativo artículo en el diario L’Osservatore Romano (órgano oficioso de la Santa Sede), en el que aseguraba haber encontrado evidencias documentales que podrían probar la continuidad histórica del sudario de Turín desde la época de Cristo hasta la actualidad. En otras palabras: el hallazgo certificaría la autenticidad de la famosa reliquia. La noticia acaparó todavía mayor atención de expertos y periodistas cuando Frale afirmó que su descubrimiento indicaba que los caballeros templarios habían sido los custodios de la tela, que supuestamente envolvió el cuerpo de Cristo tras su crucifixión.
INICIACIÓN SECRETA
El anuncio realizado por la investigadora italiana, cargado de evidentes implicaciones históricas, no tardó en ser reproducido por medios de comunicación de todo el mundo. Pero, ¿en qué consiste exactamente el hallazgo realizado por Frale, y quién fue aquel caballero templario, hasta ahora desconocido, capaz de confirmar la autenticidad de la síndone siglos después de su muerte?
Frale es una joven historiadora, especializada en la Orden del Temple. De hecho, hace apenas un año y medio protagonizó otra sonada noticia relacionada con los templarios. En aquella ocasión, anunció el descubrimiento de un documento inédito –el Pergamino de Chinon– (AÑO/CERO, 209), el cual demostraba que el papa Clemente V había absuelto a los caballeros de la acusación de herejía.
El trascendente hallazgo tuvo lugar durante una investigación sobre el penoso proceso judicial contra los templarios. Un trabajo para el que revisó los numerosos documentos conservados en el Archivo Secreto. Precisamente, ha sido en ese mismo lugar, y mientras examinaba documentación inédita al respecto, dónde Frale se topó con un nuevo manuscrito, correspondiente a uno de los interrogatorios realizados a un caballero templario: el citado Arnaut Sabbatier. En el proceso, el caballero francés confesó que durante su iniciación, acaecida en 1287, fue conducido por sus superiores a un lugar oculto sólo accesible a los templarios, y allí fue obligado a besar tres veces los pies de una figura humana impresa en una tela de lino.